Fallar también es avanzar: una mirada psicológica a los propósitos de año nuevo
- Inlaza

- hace 4 días
- 4 Min. de lectura

Cada diciembre, casi de forma automática, muchas personas comenzamos a hacer balance: repasamos los logros del año, nos fijamos en los propósitos que cumplimos y, con frecuencia, en aquellos que no. El calendario parece imponernos un cierre simbólico que invita a evaluar si hemos “avanzado” o no, si estamos donde queríamos estar. Pero ¿qué significa realmente avanzar? ¿Y qué lugar ocupa el error o el fracaso en ese proceso?
Desde la psicología, sabemos que falla quien se mueve, quien lo intenta, quien se expone. Y es precisamente ese movimiento —no el resultado final— el que permite el cambio.
El error como parte del aprendizaje
Fallar no es lo contrario de avanzar. Esta frase, sencilla pero poderosa, encierra una verdad fundamental sobre cómo funciona el cerebro y el aprendizaje humano.
Cuando todo sale bien, el sistema nervioso simplemente refuerza una conexión existente; no necesita pensar ni cuestionarse nada. En cambio, cuando algo no sale como esperábamos, el cerebro entra en modo de ajuste: activa procesos de reflexión, búsqueda de alternativas, y genera nuevas estrategias. En otras palabras, cada error es un laboratorio mental donde se ensayan distintos caminos hasta encontrar el que funciona.
Esta idea, respaldada por la psicología cognitiva y la neurociencia, muestra que el aprendizaje profundo surge del reto y la dificultad, no de la perfección. Sin error no hay revisión, y sin revisión no hay cambio. Por tanto, fallar no solo es inevitable, sino necesario para la mejora y la adaptación.
El problema de la autocrítica
Sin embargo, aunque en teoría aceptemos que “de los errores se aprende”, no siempre lo vivimos así. Muchas personas interpretan el fallo como una confirmación de su propia insuficiencia: “no valgo”, “no soy capaz”, “otra vez lo lo consigo”. Esta autocrítica intensa genera un bucle emocional negativo que bloquea el aprendizaje, en lugar de impulsarlo.
En psicología hablamos de culpa patológica o autocrítica desadaptativa: una necesidad de castigarse por no alcanzar ciertos ideales. Este tipo de pensamiento no ayuda a corregir el rumbo, sino que refuerza sentimientos de incapacidad y desmotivación.
Desde el punto de vista terapéutico, un objetivo clave es aprender a reinterpretar el error no como una etiqueta identitaria (“soy un fracaso”), sino como un evento (“esto no ha salido como esperaba”). Este pequeño cambio de lenguaje contiene una enorme diferencia emocional. Pasamos de juzgarnos a observarnos, de condenar a comprender.
Diciembre y la presión de los propósitos de año nuevo
El mes de diciembre actúa como un espejo. Nos invita a mirar atrás, pero también puede amplificar la exigencia y la comparación. Las redes sociales se llenan de balances, resúmenes, metas alcanzadas, y frases sobre “cerrar el año con éxito”. Ante ese discurso dominante, es fácil sentirse en deuda con uno mismo por no haber logrado todo lo previsto.
Sin embargo, el crecimiento no siempre se puede medir en resultados. No todo avance es visible: a veces crecer es sostener, resistir, o simplemente seguir intentando. Desde Inlaza, la terapia de aceptación y compromiso, sabemos que mantener la dirección de lo valioso, incluso cuando no aparecen los frutos inmediatos, ya constituye un progreso interno.
Avanzar no siempre se ve
Pensamos en el progreso como una línea recta, una trayectoria ascendente que nos lleva del punto A al punto B sin desviaciones. Pero la experiencia humana es más parecida a una espiral: a veces regresamos a lugares que creíamos superados, repetimos errores, o damos pasos atrás que, sin embargo, preparan un avance más sólido después.
En terapia, es habitual que una persona se frustre porque siente que “no mejora”. Sin embargo, cuando analizamos su proceso, aparecen cambios profundos: mayor conciencia emocional, más tolerancia a la frustración, más capacidad para pedir ayuda. Son progresos invisibles, pero esenciales.
Por eso, avanzar no siempre se ve, pero siempre se siente. Cada intento forma parte del camino y deja huellas, aunque no las percibamos de inmediato.
Propósitos con sentido: de la exigencia a la autodirección
Los propósitos de año nuevo son una excelente herramienta de motivación siempre que nazcan desde el deseo genuino de cuidarse y mejorar, no desde la exigencia o la comparación.
Cuando nos proponemos metas poco realistas, movidos por la presión o la culpa, el fallo resulta inevitable y doloroso. En cambio, cuando elegimos objetivos conectados con nuestros valores, con lo que de verdad nos importa, el proceso ya es gratificante en sí mismo.
Algunas claves desde la psicología práctica:
Haz propósitos pequeños y observables. En lugar de “ser más feliz”, prueba con “dedicar diez minutos diarios a algo que me relaje”.
Permite la flexibilidad. Ajustar una meta no significa rendirse, sino adaptarse.
Celebra el intento. El esfuerzo también merece reconocimiento psicológico.
Cultiva una voz interna amable. Pregúntate si hablarías así a un amigo que está intentándolo.
Estas estrategias favorecen el autocuidado y reducen la autocrítica, facilitando un progreso real y sostenible.
El movimiento psicológico: base del cambio
“Si has fallado o estás fallando, no es una mala señal. Es una señal de que estás en movimiento. Y moverse, psicológicamente, es imprescindible para cambiar.”
Desde Inlaza sabemos que el cambio necesita movimiento, incluso cuando ese movimiento parece caótico o ineficaz. Intentar, equivocarse, corregir y proseguir forma parte del mismo proceso de transformación. El estancamiento, en cambio, es lo único que realmente bloquea el desarrollo personal.
Así que, si este año has tropezado en tus propósitos, si te cuesta mantener la constancia o si has sentido que retrocedes, recuerda: no es un fallo, es información. Estás aprendiendo, reajustando, avanzando.
Un cierre más humano del año
Quizá este diciembre puedas permitirte un balance distinto: no tanto de resultados como de experiencias. Preguntarte no solo qué logré, sino qué aprendí, qué acepté, qué intenté.
Esa mirada más amable, más psicológicamente saludable, te ayudará a construir propósitos más realistas y satisfactorios. Porque avanzar no siempre significa llegar; a veces significa seguir caminando, incluso con cansancio o duda.
En Inlaza Psicólogos Boadilla acompañamos a personas que desean comprender mejor su propio proceso, integrar sus errores como parte natural del cambio y reconectarse con sus valores personales. Si algo te duele o te frustra de este año que termina, quizá no sea una señal de fracaso, sino de crecimiento.
Y crecer, como moverse, siempre es avanzar.




Comentarios